Ese sonido de pequeñas burbujas de agua hirviendo, abrir ese paquete —el cual nunca podemos evitar acercar a nuestra nariz— y el delicioso olor inundando nuestra casa… Luego, llevarse el primer sorbo calientito a la boca, pero que se siente en toda el alma. Qué bella es la experiencia del café, que nos impulsa a empezar nuestro día con la mejor cara o que nos permite descansar luego de un largo día. No importa la hora, el lugar o el clima: la taza de café siempre estará frente a nosotros para darnos un poco más de felicidad. ¿Cuántas veces al día vives la experiencia del café?
Tiphanie Zúñiga Rivera