La vida es como una montaña rusa. Hay días buenos y días malos: todo sube y todo baja; nuestros ánimos, nuestra motivación. Cuando son días malos, todo duele, todo alrededor se oscurece, todo se enfría y el zumbido ensordecedor aparece: ese zumbido que no deja ni pensar. Nos achicamos; todo parece sobrepasarnos. Pero cuando son días buenos, los días malos se vuelven insignificantes. Todo toma color; despertamos como flor en primavera, vuelve el brillo, todo recobra sentido, vuelve la felicidad. Es cierto que debe existir el mal para que exista el bien, pero vivamos con el propósito de ser capaces de verle lo lindo y lo bueno a lo malo.
Tiphanie Zúñiga Rivera